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sábado, 14 de mayo de 2011

Conversaciones en el último bar

Se abrió la puerta del último bar de la noche, un rostro se asomó lentamente por ella pero la cortinilla de humo que predominaba en el ambiente no dejaba averiguar quien se escondía bajo esa silueta. La chica, pelo corto, pelirroja, bajita y de tez blanca se encaminó hacía la barra mientras levantaba la mano para llamar la atención del camarero y pedir un Bourbon con Whisky. Se sentó en un taburete, el cual cojeaba por un lado, y apoyó sus codos en el borde de la barra mientras saboreaba su bebida. A continuación, la chica se giró para ver la figura que estaba sentada a su lado con la cabeza baja y su mejor perfil en la sombra por culpa de un foco de luz mal proyectado.
Ella sonrió con desgana, le había reconocido, pero no esperaba encontrarlo allí, y menos esa noche.
-No pensé que te volvería a ver por aquí- le dijo poco entusiasmada por empezar una conversación.
El hombre levantó la cabeza y dejo el vaso vacío que sostenía con la mano derecha encima de la barra.
-Ya tiene que rondarte algo por la cabeza para pensar que un Ron doble te hará olvidarlo- le dijo de nuevo la chica, esta vez girando su taburete hacia él.
-Olvidar, que bien suena ¿no crees?, una imagen, una palabra, un recuerdo…- dijo el hombre, mientras miraba fijamente el vaso vacío.
La chica reflexionó sus siguientes palabras, le conocía demasiado bien para saber que le pasaba por la cabeza.
-Creo… que olvidar es de cobardes, aunque a veces nos contradigamos a nosotros mismos creo que olvidar sería lo más sencillo para seguir y no preocuparse, quién sabe, tal vez lo necesites, tal vez no, pero no podrás conseguirlo, es algo que te marca, una huella de la vida, una cicatriz del tiempo.
El hombre dejó de mirar al vaso y se dio la vuelta, ahora se le podía ver el rostro perfectamente, un rostro serio y amargado…
-Olvidar es una complicación de la vida que muchas veces… no podemos controlar- dijo el hombre mirándola directamente a los ojos.
-Entonces, no te rindas- le dijo la chica mientras dejaba el vaso en la barra y se perdía por el ambiente humeante del último bar de la noche.

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