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sábado, 21 de diciembre de 2013

Adentro

   ¿Sabes?, a veces me subo a la azotea más alta y dirijo la mirada hacía el horizonte, pero busco en él y no hallo lo que quiero. A veces cojo el camino más largo y sigo la huella de viejas hojas caídas sobre los adoquines, esperando que me guíen, pero yo no sé seguirlas. A veces siento que algo dentro de mi pesa tanto que no imagino dar un paso y no rendirme. Sigo mirando el horizonte, donde ya no hay nubes y el sol deja caer colores cálidos sobre los ojos que lo observan. A veces escalo la montaña más alta, pero sigo sin comprender que por mucho que mire y busque y quiera encontrar, en ese horizonte no hallaré nada.

   ¿Sabes?, a veces el aire me roza al caminar y me trae con él el olor que añoro, y pienso ¿dónde estás?, te echo de menos. A veces extiendo la mano y acaricio tu pelo, y un improvisado beso se dibuja en mis labios. A veces levanto la mirada y la dejo perdida en el paisaje, y a veces te encuentro allá, en algún lugar lejano, sonriendo mientras me miras y agachas poco a poco la cabeza…, y siento que algo dentro de mi vuelve a latir. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Agujeros

Sé que a este cuerpo le han recorrido
miles de sensaciones. No dejo de pensar
en qué oscuridad metí mi alma
para recorrer ahora este patíbulo
atado de manos, y de miradas, y de palabras.
En qué momento pensé arrojarme a la soledad
y vaciar mi rabia bajo tormentas y cielos muertos.
En dónde quedó la salvación que juró
construir en un rincón de mi mente
la esperanza que hace tiempo perdí.
A mí, que no sé si me regalaron el bien o el mal,
ya no sé si he vivido, si los agujeros
de mi chaqueta, llena de polvo y sangre,
son el futuro que me depara.
Pero si sé que ruge el fusil, y se rasga el aire,

y…     (silencio)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Otra historia que contar

   El vaso que sostenía sus manos colgaba en el vacío de aquella habitación, paciente, sereno, esperando que su dueño lo llenase de whisky otra vez para llevárselo a la boca y saciar la sed de su garganta, de sus iras, de sus miedos… El rostro de aquel hombre estaba enterrado en su gélida mano, arrugada y seca, amartillada por el paso del tiempo y las experiencias vividas. Un inquebrantable halo de soledad le rodeaba, hacía de la habitación un espacio inmenso donde él se sentía un grano de arena en medio de un desierto. Era frustrante estar sólo, pero su condición, su forma de ser, le habían llevado a esa situación.
   Vivió lo que vivió y ahora está retirado, pudriéndose en los efímeros días que pasan ante sus ojos sin consolarle. Él escribía historias, documentaba aquello que nadie más podía ver, se iba hasta el último rincón de la Tierra para grabar en la memoria el detalle más ínfimo que podría observar, y llevárselo a casa y tenerlo de recuerdo. Él había viajado al fin del mundo, había vivido otras vidas en Oriente, había robado besos en Tombuctú y esquivado a la muerte en algunas colinas de Bosnia. Había vaciado botellas de tequila a lomos de un burro en México y saltado mil muros que separaron ideologías, culturas, abrazos y algún que otro amor.

   Vivió lo que vivió, y ahora, encerrado en su pequeño mundo, insatisfecho, sujeta ese pequeño vaso, sujeta la soledad, sus miedos, su desgana, sus recuerdos de tantos detalles que grabó y de aquellos que se quedaron por grabar. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Que más da...

   Que más me da todo si la vida no tiene una forma elegante de mandarme a la mierda, si no hay un rincón en la mente tranquilo y sereno que esté deseando buscar una esquirla de esperanza inerte. Que más da si el miedo no nace en los lugares más oscuros, que más da que la soledad se adentre en mis calles, que deje en las esquinas una huella de bienvenida. Si aún no he encontrado ese sueño que me duerma por las noches, ni la ruta de mis dedos por las paredes de mi cuarto, que más da...
   Que más da si el agua sabe a cenizas, el viento una ráfaga de aire caliente, la vida una condena con tan pocos años. No es sino dos farolas en direcciones opuestas, un portal sin edificio, un cruce sin caminos. Albergamos la esperanza de esa llamada fugaz, de alejarnos del abismo porque no tengo paracaídas, de quedarme en la calle rayando las aceras con mi sombra. 
Que mas me da si la vida no tiene una sutil forma de mandarme a la mierda, que mas me da si me paso las noches escribiendo mi esquela. 

sábado, 19 de octubre de 2013

La soledad de los vasos vacíos

Y es que el amor llega con el final casi inventado,
los vasos se llenan de decadencia perdida,
una brújula señala allá donde nunca queremos ir
y vivimos aferrados a las rendijas de las persianas.

Una palabra que escribe su legado imaginario,
soy un fantasma sin presente ni pasado,
la vida que a veces no guarda pasiones,
un mar en calma al borde del precipicio.

La pupila aterrada,
un beso oxidado,
un amago de duda inerte,
El camino que no cogí, porque no quise verte.

domingo, 31 de marzo de 2013

Murcia y sus esquinas


Juguemos a buscarnos entre los rincones de este atardecer, a perdernos allá donde nadie se atreva a buscar. Juguemos a romper los silencios impenetrables, a mojarnos bajo la lluvia, a no mirar al cielo y si al frente. 

domingo, 3 de marzo de 2013

La ciudad nocturna

No olvides quién eres, ni porque calles te has perdido. No olvides en que libros te has sumergido, ni en que mares has anochecido. Nunca olvides el camino de vuelta, no olvides aquello que dejaste atrás, tu pasado es tu historia, la esencia de ti mismo.