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jueves, 25 de noviembre de 2010

Las puertas del tiempo

Hay una puerta, al otro lado una habitación, siento miedo de abrir lo que no se puede cerrar, tengo curiosidad en ver que hay al otro lado del cristal. Un consejo dicen es nunca cerrar una puerta, pero si la cruzas quien te dice si después seguirá allí, porqué si te arrepientes siempre puedes volver atrás. El tiempo cura las heridas, deja fundidas las velas, deja a oscuras el cielo, le quita a la vida un trozo, solo para sentirse mejor, solo para sentir que algo te falta y te lo han arrancado. Desde el límite observas el horizonte, desde el acantilado ves los barcos pasar, pensando que en alguno de ellos viaja tu alma, confundida y sin rumbo, espera, que un día mágico pueda ahogarse en las frías y gélidas aguas, en un mar de estrellas, en un océanos de esperanzas gastadas. Cada noche me despierto, y me encuentro en un valle, cruzado por un río, un río lleno de peces, todos en la misma dirección, y yo, que nunca veo donde todo suele empezar, donde todo siempre quiere acabar, me tumbo, y siento que algo vale en todos los sueños que has tenido y ves en el fondo del corazón, al tiempo arrancando mi alma de ese barco solitario y duele si te dejas esa alma sola de nuevo vagar, por que nunca sabes si, por suerte o por desgracia, acabará cruzando esa puerta, esa puerta que nunca quise cruzar y que nunca voy a cerrar.

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