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sábado, 26 de marzo de 2011

La rosa de la noche

Tal vez esta historia debería empezar con una canción de estas que tienen un buen ritmo pero lenta, que suene bien y que diga mucho de ella, pero como al escribir solo es posible imaginársela, con un poco de ingenuidad saldrá sola de la cabeza. Porque como toda historia, debe tener algo al lado para acompañarla y esta le pega una canción...
Hace tiempo que quería rememorar esta historia que cuando la viví me dije- por favor no la olvides por que merece la pena recordarla-, y es una anécdota, más bien, en la que la mayor parte de ella se centra en la lucha que tuve yo conmigo mismo en mi interior para resolver el conflicto entre las reflexiones y deducciones. Cierto día, volvía a casa de una noche de juerga con los amigos, a mitad de camino me tropecé con alguien que podría ser una persona más como las que caminaban a mi lado, pero sin embargo, algo me llamo la atención. No se si era un sueño o un espejismo pero parecía tan real que no tuve más remedio que creerme lo que vi, era una chica joven, de alma alegre y sonrisa en los labios, llevaba una coleta y miraba fijamente al frente, ni siquiera estaba atenta a lo que observaba, estaba más atenta de sus propios pensamientos, pero lo que más me llamó la atención de ella fue su guitarra, que colgaba a la espalda bien sujeta como si ya fuera parte de ella, y su mano izquierda, que sujetaba con cariño un objeto, pues siendo no tan común lo que vi me quedé pasmado mirando aquel objeto que sostenía con tanto cariño dando la sensación de no querer apretarlo demasiado fuerte, sin querer asfixiarlo. Mirando con más atención ese objeto, me percaté de que era una rosa, una rosa roja, sin espinas y tan hermosa como la chica que la llevaba. Entonces pensé, que historia tendría que contar, que cosas ocurrieron para que en ese momento, en esa noche, yo me encontrará con una situación tan curiosa, una rosa en la mano y en la espalda una guitarra. Me hubiese encantado conocer su historia pero ella tenía su propio camino y yo el mío. Así que lo último que me quedó de ella es esa expresión de inconfundible felicidad reflejada en su cara y la preciosa rosa que sujetaba en la mano.

1 comentario:

  1. Esto sí que es de lo que ya no queda. Esto sí que es amor. Y no de esos a primera vista. No. De esos que te dejas llevar por el momento, y no te enamoras, porque eso es algo instenso, sino que, te gusta lo que ves. Notas seguridad y elegancia (por así llamarlo). No sé si esta historia es cierta pero a mí me ha pasado y todavía me acuerdo de ello. Enserio haces un buenísimo trabajo.

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