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domingo, 30 de enero de 2011

La Generación


De su pluma, tinta negra,
Salen caminos de palabras,
Y cada verso que labra
Siente que el corazón le sangra.

Viejo ya, alicaído,
Con surco de arrugas,
Le cubren las amarguras
De su espíritu escrito.

Poeta de España,
Escritor del mundo,
Sentimiento profundo,
De la sociedad emana.

En su sillón sentado
Escribe su novela,
Con su brazo marcado
Sujeta un poema.


lunes, 24 de enero de 2011

¿Alguna noticia relevante?

Y otra vez, ¿cuándo decidimos hacernos mayores?, solo teníamos tertulias diarias a base de hablar sin tapujos por el ordenador, nada de cosas banales, siempre serias, siempre.

Los días concurrían en un mar lleno de preguntas retóricas. Malditas preguntas, sabíamos las respuestas pero no podíamos decirlas, estaban encerradas, otra vez.

Y ahora qué nos queda, decidimos aceptar una actitud positiva ante la vida, que nada nos llevase a la locura, que no acabásemos pegándonos un tiro, que las preocupaciones se las llevase el viento y tu y yo dejásemos pasar el tiempo como dos buenos amigos, a ver que ocurría, a ver si algún día, el mundo nos sonreía.

sábado, 22 de enero de 2011

Estragos, ojos cerrados

La soledad desgraciadamente para algunos, no viaja sola. Las miradas, los abrazos, las caricias se mudaron de la vida. Los llantos se graban en las paredes, para oírlos cada noche, en la soledad, gritar. Los motivos escritos, las esperanzas impresas, los ánimos desencajados, se esfumaron con la brisa que recorre estas calles, estas calles de pleno invierno. Helados se quedaron los amaneceres, distorsionadas las caídas del sol, las estrellas se dejaron de ver.



Ya no habrá un As bajo la manga,
ya no habrá una guitarra desafinada.
Un consejo, que lo temido,
no se vuelva tu enemigo.
 Una frase, que la vida,
 nunca la demos por perdida. 

jueves, 20 de enero de 2011

La traficante de clips rojos

Mientras ordeno todos los folios, bolis y fotos que me entierran las manos en la mesa, se masticaba que ella estaba organizando algo importante. Más pendiente de lo mío que de lo suyo, la observo un momento levantando la mirada del ordenador. Despeinada y ya cansada, la veo sacar una pequeña bolsa del cajón, de estas que se usaban hace treinta años como bolsito para guardar las gafas de miradas indiscretas, y en su interior me encuentro un montón de clips de metal rojo, pues a mi me encanta usar los rojos. Sin percatarme de que ella me había pillado mirándola, me explica lentamente, como si le costase un poco remover el pasado, que había conseguido recaudar todos esos clips en los informes que había realizado para su empresa. Escueta respuesta para tantos clips pero sincera y conforme con ella le respondo que podía dedicarse a traficar con ellos, pues no se que haría con tantos. Ella guardó la bolsa de nuevo en el cajón y mirándome me dedicó una sonrisa como respuesta a mi comentario ingenioso. 

lunes, 17 de enero de 2011

Las mudas palabras

Solo se me escapa el alma,
entre los parpadeos del sol.
Cuando las luces dejaron de ver,
la daga llegó al corazón.

Los sentidos se perdieron,
en un bosque lleno de dudas.
Los besos se ahogaron,
en un mar repleto de espuma.

Los faros, velas y lámparas,
se apagaron con un murmullo.
El poeta dejo de cantar,
para volver su voz un susurro.

Las gotas que caen del tejado,
se hielan y mueren en el suelo.
El viento circula a ciegas,
por un apagado y oscuro cielo.

No puedo sentir si la razón me falla
no puedo vivir si la vida me falta.

Los amores que están prohibidos
se encerraron en un libro de cristal.
Los pájaros que veían el alba,
ahora no hacen más que llorar.

Las emociones se enredaron,
con los momentos más fugaces.
Los recuerdos se extinguieron,
como preso por su cárcel.

La frágil mirada de la vida,
 se hizo añicos y mil pedazos.
¡Que mudas se quedaron las tardes¡
allí donde el frío llego a su paso.

Los abriles se visten de enero,
los otoños se caen de las ramas,
y dejaron por el camino,
una estela en la nada.

No podré sentir si la razón me falla,
no podré vivir si la vida se escapa.

sábado, 15 de enero de 2011

La foto de la pena

La oscuridad se adueñaba de la habitación por momentos, los rincones se hacían mas negros y las sombras se alargaban a medida que el sol caía por el horizonte. En el salón se respiraba un aire recio y seco, de abandono, de mal estado… todas las ventanas estaban cerradas pero las cortinas estaban descorridas, pudiendo así contemplar la inmensa llanura que se extendía a los pies de la casa, de norte a sur, de este a oeste, pradera lisa, llana, semiviva, semimuerta. Los muebles del salón, en su sitio, dejaban preveer que los buenos momentos en esa casa se habían acabado, terminado, extinguido… la soledad reinaba en cada estancia, un alma en penumbra recorría las habitaciones, cada día, sin hacer ruido, para no despertar a quien en esa casa todavía seguía durmiendo. En el sofá, sentado y con los ojos fijos en un objeto que tenía en las manos, estaba él, inmóvil, sin luz, sin aire, sin alma. Miraba a su otra mitad de la vida, que se había quedado encerrada, en esa foto, sin vida. Unas lágrimas recorrían su rostro, puede ser de pena, de nostalgia, de tristeza, pero lo que en realidad le hacía llorar era la felicidad, no la había encontrado antes, se le había perdido, entre las calles que recorrían su corazón. Un sonido rompió el silencio de la habitación, procedente del otro lado de la puerta, esta se abrió lentamente, acorde con el estado de letanía de la casa. Entre los marcos de la puerta apareció ella, saliendo de la oscuridad que la rodeaba, dio un paso al frente y cerró la puerta.
-Hola- le dijo ella.
Él, lentamente, quitó la mirada de la fotografía que sostenía, y la miró a los ojos, esos ojos profundos, marchitos, delgados, casi, casi cerrados. Y alcanzó a decirle
-¿Sabes que día es hoy?-
Ella lo miró con cara de comprensión, sabía por que había venido, con que propósito, y ella quiso impedirlo, pero al verlo, supo que ya era demasiado tarde.
-Si- le respondió.
Él volvió a posar su mirada en la foto, volviéndola a contemplar, seriamente, y con las lágrimas ya secas. En un momento, el tiempo se congeló en la sala, todo se quedó quito, mas de lo que ya estaba, entonces, sin previo aviso o intención, él, se levantó del sofá, dejó la foto sobre la mesa, olvidándola, para siempre, y luego salió por la puerta.
Ella, que había sido testigo de la escena, se acercó a la mesa despacio y observó la foto, entonces comprendió que él, no volvería, jamás. 

jueves, 13 de enero de 2011

Al soldado caído...

Y la historia lo recordará, habrá luchado por su país, pero el solo luchó por si mismo, luchó hasta el ultimo momento, hasta el último suspiro de sus labios, hasta el último latido de su corazón. No quería que el viento se llevara su alma, deseaba que solo se llevara sus palabras, palabras de nostalgia, palabras llenas de vida, palabras de un buen día. Entre lágrima y lágrima recordaba la cara de su madre, el olor añejo de su casa, y todavía quería seguir robándole al tiempo unos segundos más para seguir recordando el último beso que le dio a su amor. Sabía que no perdería la vida en vano, pero como todo humano, suplicaba por no abandonarla. En sus ojos se reflejaba la angustia y la desesperación, llegaba su hora, y él lo sabía…

martes, 11 de enero de 2011

Garapacha 2010

Esta se la debía a ese momento tan especial vivido en la garapacha, imposible concentrarse allí xD pero por suerte saqué esto de lo poco que me quedaba de cordura:

Las palabras no fluyen, se atascaron en mi mano.
Las metáforas solo vienen las noches de verano.

No me inspiro y se que tengo que escribir.
Versos, poesías, historias, que aprendí de ti.

La rima se parece a la huella de un puñal.
Siempre al final del verso muerto quedarás.

Sangre, dolor y oscuridad.
¿Se quedo tan solo el tema principal?

No quedan billetes para los lugares evasivos.
Tendrás que conformarte con el secarral de tu vecino.

Las palabras no riman, no hay verso tan sano,
Que al escribirlo digas-“que bien me ha quedado”.

¿Dónde esta el hilo de las hermosas poesías?
El tiempo absorbió las cosas que eran fantasías.

Los poetas en sus tumbas, llorarían de tristeza,
Este mundo no es aquel estampado en sus poemas.

En la misma poesía no podrás juntar
Al marinero solitario y a la amada sin amar.

Las palabras no fluyen, se atascaron en mi mano.
Las metáforas solo vienen las noches de verano.



domingo, 9 de enero de 2011

Conversaciones en un bar de poca gracia

Una cortina de humo se desvanecía por completo en uno de esos garitos de poca gracia, en donde las luces parecen cansadas de estar de juerga toda la noche, en donde las alfombras que cubren el suelo a la vez las cubre una manta de alcohol y sangre. Los dos hombres se apoyaban en la barra, en la barra del único bar que vieron abierto. Los dos cabizbajos, mirando fijamente sus bebidas, dejando pasar el tiempo, sin hacerle caso, para que no les dañe ni les recuerde a nadie. Uno de ellos era bajito, pelo castaño, ojos pardos, tez morena, barba de tres días, ojeras de toda una vida…, el otro un poco más alto y de complexión mas grande se dio la vuelta y miro al moreno.
- otra vez aquí- le dijo, con una mirada de compresión.
- ya me conoces, soy tan débil que ni me aguanto a mi mismo- le respondió.
- otra vez esa mujer, ¿verdad?- le preguntó el hombre alto, mientras se acercaba a la boca el ron con whisky que se había pedido.
- ya sabes que si, me enamoro de las mujeres complicadas, de las que hay que luchar para conseguir una mirada sincera y de respeto- le dijo el otro, mientras le daba una calada a su cigarrillo, ya consumido y convertido en cenizas.
- pero si ni siquiera sabes lo que buscas- le espetó el hombre fornido.
El otro dejó de buscar su mirada en el vaso y giró la cabeza para ver mejor a su compañero de barra.
- tampoco sabré lo que siento- le respondió, con la misma voz calmada y débil.
- OH si, eso si que lo sabes, lo sabes tan bien como yo, ese hormigueo en la barriga cuando piensas en ella cada momento, esas escenas que te imaginas tan verdaderas y que casi las puedes tocar con la mano, esas en las que tu eres el caballero que se acerca a la doncella en su noble corcel y la ayudas a subir para mirarla a los ojos y después como respuesta a esa mirada le das un beso de esos que duran una, dos o tres eternidades, esas noches en vela por culpa de que ella se a apoderado de tu mente, si, conoces perfectamente esa sensación, te ocurre todos los días- le explicó, mientras se levantaba y pagaba la cuenta.
-eso, amigo mío, eso es…-
-amor-.

martes, 4 de enero de 2011

Letargo por Madrid

Ahora que…, de nuevo, por Madrid. Con la misma ilusión de visitar la ciudad de los poetas malditos, de las palabras perdidas, de los versos escondidos. Desde la ventana de mi habitación solo puedo llegar a divisar una parte de este palacio al aire libre. En las calles se respira resaca por la despedida de un año bueno, y alegría por la avenida de uno nuevo. Las luces de las farolas se encargan de guardar los secretos de esta estrella del firmamento, que nunca llevó ni antifaz, ni miedo, ni remordimiento.
Paseando, recorriendo las avenidas, surgen de nuevo las historias que creí eliminadas de mi mente, los caminos surgen a mi paso y todos acaban en el mismo lugar, en los rincones más intrigantes y misteriosos de Madrid. Todo aquí podrá cambiar, pero seguirá siendo la misma ciudad de la que me enamoré, sumida en un letargo, los años no pasan por ella, no envejece. Los edificios, las plazas, los monumentos y terrazas no se olvidan en este enero por Madrid, recién pintado con una fugaz fragancia que nunca tiene fin. Y en la vida que circula, no duerme nunca, no está cansada, tiene tiempo para rato, y no desea perderlo. Letanías llenas de pedrerías por las estaciones de las alegrías, tocadas por violines desechos en las iglesias del derecho. Y en el mismo sofá se sientan los amores y las preguntas envenenadas, los besos son cortos, efímeros y con respuestas poco acertadas. Siempre por prudencia no pierde esa elegancia tan marcada, te dejas llevar por ella, imposible escapar, como un guión de noche de bodas. Tantas canciones, tantos versos escritos en las paredes, tantos poemas olvidados por Madrid, dejados al lado de un candelabro roto y una pluma apagada. La ciudad donde las conversaciones no se pudren, siguen vivas como las lenguas que se juntan al final.
“Pongamos que hablo de Madrid”, una ciudad sin principio, sin fin.