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domingo, 18 de diciembre de 2011

El asiento de los filósofos


Las bisagras chirriaron cuando empujé la puerta. Un olor a cerrado me inundó las fosas nasales en cuestión de segundos y mi vista se tuvo que acostumbrar a la leve luz tenue que inundaba el ambiente. Estaba claro, las noches nunca cambian y menos todavía en aquel lugar. Saludo a un par de personas conocidas, viejos camaradas de historias increíbles.
Me dirijo hacia la barra cuando me percato que a mi izquierda hay alguien sentado que me resulta familiar.
-De todas las personas con las que me podía encontrar esta noche, vas y eres tú le elegida- me dijo, sin moverse de su sitio.
-bueno, a veces nuestros pasos nos llevan al mismo lugar porque puede existir un motivo-le respondí, sentándome junto a él.
-¿Y cuál es hoy?-
-Teníamos que hablar y lo sabes, ya me lo dijiste- le dije mientras el camarero, atento de mi persona, me sirve el whisky más antiguo que tiene.
Un largo silencio siguió a la conversación, los dos nos quedamos mirando al frente, como si el otro esperase que su amigo comenzase a hablar.
-¿Eres feliz?- le pregunté.
-Sabes cuántas veces me han hecho esa pregunta a lo largo de mi vida… Ni yo mismo lo sé, pero te diría que muchas.
-Entonces es que ya se ha quedado antigua.
-sabes tú cuánta frustración se puede llegar a tener…
-… por dar continuamente, pero nunca recibir-le dije completando su frase- Sí, creo que sí, demasiados años haciendo eso, ¿y sabes qué?, que tienes razón, nunca nos han tratado bien.
-Lo que pasa es crees que puedes cambiar el mundo intentando que se parezca a lo que tú quieres, y eso amigo mío, es imposible- me dijo, mirándome fijamente, sin volver del todo la cabeza.
Una carcajada salió de mi boca, había dado en el clavo, a menudo lo solía hacer, pero siempre me reía. “Que el enemigo descubra como eres te dejará al descubierto, pero que tu amigo lo haga te dejará completamente desnudo”, eso era algo que siempre oía decir.
-No hay remedio, podemos estar toda la noche aquí que las soluciones no vendrán con los rayos del sol, siempre hay problemas que nunca se irán.
Él siguió en silencio, como si buscase algo entre sus pensamientos.
-Hay que demostrar que uno debe ser fuerte, y así es como se hacen las cosas. Hay que luchar, sobreponerse a lo que uno piensa que jamás superará. Eso es lo que voy a intentar, porque esta vida es mía y solo vivimos una.
-Una vida sin causa, es una vida sin efecto…



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