Juguemos a morir en un amanecer,
a bailar el tango de las noches,
a soñar una melodía sin estribillo,
a escribir besos en el porche.
Juguemos a lavar el mundo con una sonrisa
a adivinar el futuro bajo nuestras botas,
a bebernos la calle bajo alguna
estrella marchita y rota.
Juguemos a inventarnos cuentos
para dormir en ellos.
Juguemos a arruinar la soledad
sin motivos por los que llorar.
Juguemos a levantar un muro
entre nosotros y sus palabras.
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