He leído una carta, una hermosa carta, no sé a quién
iba dirigida ni con qué intención, pero lo que había escrito en ella se merece
mi más sincero respeto. Esa carta hablaba de la vida, los sueños, el amor, las
adversidades, la amistad y lo mejor de todo, de la sonrisa. La sonrisa es el
gesto más bonito que el ser humano puede realizar, expresa un millón de cosas y
a la vez solo una, una sensación cálida y acogedora, una emoción, un gesto de
felicidad indestructible que hace a la persona más triste del mundo, un poco
menos triste.
Esa carta narraba la complicada vida de alguien que,
pese a sus adversidades, no permitía que nada pudiese vencerla. Narraba como el
ser humano tiene la capacidad de sacar lo bueno de las cosas malas, siempre
manteniendo la sonrisa, siempre sacándola de donde nadie cree que pueda estar
escondida. Y por ello la admiro.
A veces, cuando nos sentimos mal, cuando parece que
estamos condenados a la soledad en algún rincón de nuestra existencia, en la
mente se enciende una bombilla, y rápidamente buscamos a tientas ese resquicio al
que sujetarse antes de caer al abismo. Esa ayuda necesaria puede venir, quién
sabe, de una persona, de un sueño, de una ilusión…Y es ahí cuando te das cuenta
de que una vez que te has caído al suelo, lo único que te queda, es levantarte.
Sonreír es un don que tenemos, quizás el mejor de
todos, es el arma infalible que lo vence todo y además es contagioso, y puede
ayudar a otros que necesiten un poco de cariño y comprensión. Yo siempre me he
considerado embajador de este gesto tan simple y a la vez tan enorme, es lo
mejor que uno puede enseñar a los demás, si pudiese predicar esto toda mi vida
lo haría, porque borra las preocupaciones, alimenta los corazones y le sienta
muy bien a la cara.
En una ocasión alguien lanzó una pregunta al aire, quizás
no esperaba respuesta, quizás la buscaba, pero al fin y al cabo, siempre acaban
viniendo.
-¿Por qué existen los días tristes?-
-Porque existen los días alegres-
=)
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