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lunes, 28 de marzo de 2011

Viejo lobo de mar

Marinero, para ti será tierra:
proa, popa, nostalgia y pena.
Marinero, para ti será libertad
el horizonte y mucho más.

Mientras el abrazo del amor
rodee los siete mares,
tú siempre estarás al lado,
de las sirenas y sus cantares.

Marinero, ¿que echará en falta?,
calor del cuerpo de su amada.
Marinero, que susurras al agua,
llorar gotas, son lágrimas.

El mar se confunde con el cielo,
el cielo cambiará de color,
cuando la noche refleje,
destellos de amor.

Marinero, tranquilo, que volverás.
Algún día, tierra firme gritarás.
Marinero, que te oiga cantar,
tu amada, que en el puerto esperará.

sábado, 26 de marzo de 2011

La rosa de la noche

Tal vez esta historia debería empezar con una canción de estas que tienen un buen ritmo pero lenta, que suene bien y que diga mucho de ella, pero como al escribir solo es posible imaginársela, con un poco de ingenuidad saldrá sola de la cabeza. Porque como toda historia, debe tener algo al lado para acompañarla y esta le pega una canción...
Hace tiempo que quería rememorar esta historia que cuando la viví me dije- por favor no la olvides por que merece la pena recordarla-, y es una anécdota, más bien, en la que la mayor parte de ella se centra en la lucha que tuve yo conmigo mismo en mi interior para resolver el conflicto entre las reflexiones y deducciones. Cierto día, volvía a casa de una noche de juerga con los amigos, a mitad de camino me tropecé con alguien que podría ser una persona más como las que caminaban a mi lado, pero sin embargo, algo me llamo la atención. No se si era un sueño o un espejismo pero parecía tan real que no tuve más remedio que creerme lo que vi, era una chica joven, de alma alegre y sonrisa en los labios, llevaba una coleta y miraba fijamente al frente, ni siquiera estaba atenta a lo que observaba, estaba más atenta de sus propios pensamientos, pero lo que más me llamó la atención de ella fue su guitarra, que colgaba a la espalda bien sujeta como si ya fuera parte de ella, y su mano izquierda, que sujetaba con cariño un objeto, pues siendo no tan común lo que vi me quedé pasmado mirando aquel objeto que sostenía con tanto cariño dando la sensación de no querer apretarlo demasiado fuerte, sin querer asfixiarlo. Mirando con más atención ese objeto, me percaté de que era una rosa, una rosa roja, sin espinas y tan hermosa como la chica que la llevaba. Entonces pensé, que historia tendría que contar, que cosas ocurrieron para que en ese momento, en esa noche, yo me encontrará con una situación tan curiosa, una rosa en la mano y en la espalda una guitarra. Me hubiese encantado conocer su historia pero ella tenía su propio camino y yo el mío. Así que lo último que me quedó de ella es esa expresión de inconfundible felicidad reflejada en su cara y la preciosa rosa que sujetaba en la mano.

jueves, 10 de marzo de 2011

Pudieron soñar...

Tan solo fallaron miles de amores,
que cada día se fueron quemando.
Tan solo se quedaron a solas,
las noches que murieron temprano.

Se dejaron soñar las estrellas,
se quisieron besar con el mar,
cayendo lentamente en el cielo,
eterno y efímero, las hacía esperar.

Ahogados los amaneceres,
olvidados los rayos del sol,
cesaron de iluminar los pasos,
que guiaban al amor.

Tan solo perdieron
los días de invierno.
Tan solo quisieron
un beso de esos.